El tres es el segundo número primo después del uno y el cuarto de la sucesión de Fibonaci. Tres puntos de apoyo bastan para sostenerse en equilibrio y determinar un plano. El tres fue (y es) un número mágico, sagrado y perfecto para diversas culturas y religiones. Y tres es el número de la «Revista Argonautas» de este mes donde se ha colado uno de mis relatos. Y está tan contento, oye. Ahí, rodeado de relatos estupendos con estupendas ilustraciones, poesía, opinión, entrevista, cine… En ningún otro lugar podría estar mejor. Y si él está feliz, yo también.

Lo primero que he hecho esta mañana al despertarme (bueno, lo segundo después de ir al servicio) es coger el portátil y comprobar si ya estaba la revista disponible. Y no estaba, era demasiado pronto. Me mataba la curiosidad, quería saber qué ilustración acompañaría a mi historia. Qué le habría inspirado a esa persona desconocida para mí. En mi blog con cada relato que subo siempre va o una fotografía (que mi señora esposa hace muy amablemente), o un dibujo (que una amiga o mi hermano también hacen muy amablemente). Supongo que es «deFormación Profesional», en el mundo audiovisual es común (si los egos no chocan en exceso) que cada persona que participa, por ejemplo, en una película, cada disciplina que es necesaria para crearla (guión, dirección, vestuario, fotografía, sonido, producción…) aporte su visión, su experiencia, su inspiración, y así el resultado final sea más completo, más rico, que si lo hiciera solo una. Porque una idea despierta otra y muchas iluminan el camino por el que avanzamos todos. Así que ahí estaba yo, impaciente, hasta que por fin:

Me entró la risa. «¡Qué bueno!», pensé. Mi querida protagonista con sus bolsas de la compra. ¡Ay, el pobre Teo! ¿No es genial cuando diferentes disciplinas colaboran? 🙂

Gracias al equipo de la «Revista Argonautas» por seleccionar mi relato de entre los muchos que seguro habrán recibido. Y gracias a Emma Jimeno por enriquecerlo con su arte.