Y si empezamos por el final…

Por esas «pequeñeces» referentes a las decisiones que tomas en la vida, acabé estudiando postproducción audiovisual. Lo que viene siendo, por ejemplo, la última fase de una película, donde la misma toma forma, donde llega alguien como yo y le dice al director «Esta escena no funciona», donde conviertes horas y horas y horas de grabación en poco más de 90 minutos (sí, en algunos casos más de 180).

Si la mano derecha de todo director es su director de fotografía, la izquierda es su montador. Es la única persona que no ha estado en el rodaje, la única que verá el material con ojos nuevos, que lo juzgará sin las preferencias o manías que se le cogen a ciertas escenas cuando las ruedas una y otra vez. Haciendo una comparación con la escritura, sería esa persona de confianza a la que le muestras tu borrador y, a cambio, te dará una valiosa opinión para que éste sea mejor. Bueno, también podría ser ese editor que corrige una parte de tu trama.

La labor de un montador es invisible y poco valorada fuera del ámbito profesional. Si pasa desapercibida es una buena señal, significa que has elegido el «fotograma» idóneo para cambiar de plano, el instante perfecto para cortar el movimiento o, como diría Walter Murch (montador entre otras de «Apocalipsis Now»), justo «el momento del parpadeo».

Estudiando montaje aprendí muchas cosas, una de ellas fue manejar el ritmo. Ese tempo que marca toda narración y que es tan valioso para enganchar al espectador durante el tiempo que dura una película, o para que el lector quiera seguir leyendo capítulo tras capítulo. Inconscientemente todos tenemos ese sentido del ritmo, a veces nos chirría porque se ralentiza o se acelera sin sentido, porque no nos cuadra con la historia que nos cuentan, o porque simplemente nos aburre.

El ritmo hace que nos dejemos llevar aunque aparentemente lo que nos cuenten no tenga sentido, aunque empecemos la historia por el final como en este genial videoclip al más puro estilo «Memento». Cuando terminas de verlo te das cuenta de que si empezara como cualquier historia no tendría el mismo efecto, no te sorprendería de la misma manera cada cosa que descubres, puede que ni siquiera quisieras saber más porque ya intuyeras su final…

…aunque no su principio. 😉

2 Comentarios Agrega el tuyo

  1. María dice:

    ¡Simplemente genial! El vídeo es muy interesante y, tal como dices, engancha desde el principio (justamente por eso, por descubrir el principio…). Y el editor… ¡¡Ay!! ¡Las maravillas que puede hacer un buen editor! Como que una película que no tiene guión acabe siendo un gran documental. Como que unos niños que no «pegan ni con cola» en la secuencia, queden como si fuera lo más natural… Ains…¡¡Qué grandes son los editores!! 😉

    1. Ainsss… ¡¡Qué grandes esos momentos!! ¡Qué recuerdos! 😉

      Me alegra que te gustara el vídeo y gracias por esos piropos a los editores. Tú sí que sabes. jejeje.

      Besoss

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