
Mis tíos me regalaron el libro «Fábulas de Iriarte» cuando era pequeña, al menos eso es lo que yo recuerdo, ya sabemos que a veces nuestra memoria hace lo que le da la gana. Siempre lo he guardado como un tesoro y también lo he reparado. De hecho, de las tapas originales solo conserva la frontal, el resto perteneció a un cuaderno de tapas duras al que añadí un poco de cinta gris y listo, todo muy artesanal como podéis imaginar. De todas las fábulas que contiene, mi preferida siempre ha sido «El burro flautista», creo que también es una de las más conocidas.
Todo arte que se precie tiene sus propias reglas, por eso es tan difícil adaptar libros o comics a la gran pantalla. Lo que funciona en un libro no tiene porque funcionar en el cine y viceversa. En el cine, por ejemplo, tenemos la regla del eje (en el cortometraje «¡Tía, no te saltes el eje!» se explica muy bien y con mucho sentido del humor), en fotografía la de los tercios, en literatura «Mostrar vs Contar», etc.
Mis profesores siempre decían que para poder saltarte esas reglas antes debías conocerlas (y dominarlas) bien. Tenían mucha razón aunque, a veces, la flauta suene por casualidad. 😉

El burro flautista
Esta fabulilla,
salga bien o mal,
me ha ocurrido ahora
por casualidad.
Cerca de unos prados
que hay en mi lugar,
pasaba un borrico
por casualidad.
Una flauta en ellos
halló, que un zagal
se dejó olvidada
por casualidad.
Acercose a olerla
el dicho animal
y dio un resoplido
por casualidad.
En la flauta el aire
se hubo de colar,
y sonó la flauta
por casualidad.
<<¡Oh! -dijo el borrico -:
¡Qué bien sé tocar!
¡Y dirán que es mala
la música asnal!>>
Sin reglas del arte,
borriquitos hay
que una vez aciertan
por casualidad.
«Fábulas de Iriarte» Tomás de Iriarte
Seguro que justo en la foto estabas leyendo el del burro y la flauta :P… Hace mucho que no oigo hablar de las fábulas y eso me ha recordado a una serie de libros que tenía mi madre, cuyos tres primeros volúmenes iban o de cuentos de hadas, cuentos populares e incluso de fábulas. Me has removido un poco el gusanillo de la nostalgia…
Por cierto; se nota que el libro ha sido manoseado pero a saco. Y no me extraña, porque Iriarte, como Samaniego, y en la misma altura que Esopo, salvando la distancia temporal, son autores que, por su obra, uno no se cansa de revisitar nunca.
¡Buen post este de las fábulas!¡Un saludo y nos leemos!
Efectivamente, eso mismo estoy leyendo, jajaja. Tienes razón el pobre libro ha tenido una existencia ajetreada. 😉
¿No recordarás qué libros eran esos que tenía tu madre? Suenan muy interesantes.
Gracias por el comentario, ha hecho que me ponga a rebuscar las fábulas de Samaniego y Esopo, del primero si había leído algunas, aunque reconozco que no recordaba a ninguno de los dos.
Un saludo y por supuesto que nos leemos.
Joooo, yo no me acordaba pero también salía en unas colecciones de mi madre que perdimos, también recuerdo de esos libros la canción del burro que se murió, ¡Pobres burritos! Siempre se llevan la peor parte, jajajaja.
He visto el corto también, no sé si habré entendido lo del eje pero me he partido con las canis.
¡Un saludo!
¡Hola, Candela!
Si te reíste con el corto es que has entendido lo del eje, jejeje. Qué pena que perdierais esas colecciones.
Un saludo y gracias por tu comentario.