
-Parece que va a llover.
Jota clavó hastiada la pala en la tierra y observó a su nuevo compañero. Miraba al cielo en busca de alguna gota de agua.
-Sí, seguro que va a llover –repitió al aire.
-¿Por qué no cierras el pico y te pones a cavar?
Fran, que así se llamaba el gigantón de algo más de dos metros de altura y ciento veinte kilos, se miraba sus blanquísimas botas que asomaban en punta bajo un blanquísimo pantalón, que se sujetaba a su oronda cintura con un blanquísimo cinturón, que conjuntaba a la perfección con una camisa de anchos cuellos tan blanca como la americana que parcialmente la cubría. Jota cogió un poco de tierra con la pala y se la lanzó a sus pies sin piedad.
-¡Eh! ¿Por qué coño has hecho eso? –dijo Fran mientras se sacudía efusivamente la tierra de sus antes pulcras botas.
-Ya no tienes que preocuparte por si te ensucias o no –lanzándole otra pala –. Cava.
-Tía, no hacía falta…
-Cava.
-Ya voy, ya voy.
Comenzaron la tarea que se les había encomendado en silencio. Jota miraba a su compañero de reojo. Para ser tan grande sacaba poca tierra en cada palada. No parecía lo suficientemente listo como para estar haciéndolo adrede, pretendiendo así que ella hiciera el doble de trabajo. No, aquellos redondos ojos, exageradamente grandes, no podían ocultar una mente brillante. Por muchas veces que se hubiera encontrado tipos listos tras estúpidos atuendos, aquel no era el caso. Encajaba mejor en el típico inútil hijo de alguien a quien su jefe debía algún favor.
-No entiendo por qué nos mandan hacer esto en medio del monte, siempre hemos usado el pantano y nunca ha salido mal.
-¿Te pagan un plus por pensar?
-Eh… No…
-Entonces calla y cava.
-Solo quería conversar un poco…
-¿Cuánto hemos tardado en llegar aquí?
-No sé, un par de horas.
-¿Cuántas palabras te he dirigido en ese tiempo?
-Pues… no muchas la verdad –Fran sonrió, a Jota le pareció aún más estúpido -. No te gusta hablar, ¿eh? Eres de esas. Te va más la acción –Y lo escenificó usando la pala a modo de escopeta -. Entendido, entendido, no me mires así, ya cierro mi bocaza.
Jota deseó que fuera para siempre, pero no había recibido esa orden para su desgracia. No, para su desgracia el muy palurdo estaba empezado a silbar. Suspiró, aunque sonó más a un gruñido, mejor eso que escuchar las bobadas que se había pasado soltando desde que le había recogido. Unos minutos más, con un poco de suerte, y terminarían el trabajo, le dejaría donde él quisiera y si te he visto no me acuerdo. Ya hablaría con quien tuviera que hablar para no tener que volver a aguantar a semejante zoquete. Llevaba muchos años en esto, siempre había sido eficaz y discreta, nunca se había negado a nada, nunca había recibido una sola queja. Lo entenderían, no podía ser de otra manera, se lo había ganado con creces.
-¿No crees que ya es suficiente? –dijo Fran apoyándose en la pala mientras se secaba el sudor de la frente con una mano.
-No lo sé, ¿qué tal si te tumbas?
-Sí, sí, claro, claro. Menudo sentido del humor gastas, compañera.
Para troncharse, pensó Jota.
-Cojamos al muerto y acabemos de una vez.
-No podía estar más de acuerdo contigo, compañera. No quiero que me pille la tormenta…
-Agárrale por los pies.
-No vestido así ¿Sabes? Me espera una chavala espectacular…
-A la de tres y lo soltamos en el agujero.
-Quiero darle buena impresión, aunque estoy un poco sudado…
-Una… Dos… Y tres.
-Mierda, me acaba de caer una gota.
-Pues déjate de tanta chavala y dale a la pala, que aún queda tapar al muerto.
-No creo que nos dé tiempo.
-¿De qué estás hablando?
-Por la pinta que tiene caerá un buen chaparrón en menos de lo que canta un gallo.
-Así que, además de matón, eres el hombre del tiempo.
-Búrlate lo que quieras, pero este menda no piensa estropearse este traje.
-¿A dónde crees que vas?
-A refugiarme.
-¡Vuelve aquí…! –añadiendo entre dientes – Pedazo de capullo.
Jota comenzó a cubrir al muerto palada tras palada, pensó que sería mejor acabar el trabajo lo más rápido posible, aunque tuviera que hacerlo sola. Apenas llevaba un par de ellas cuando empezó a llover, lo suficiente para ir calándola poco a poco, pero no tanto como para doblegar su orgullo. Medio segundo después del primer relámpago sonó el primer trueno, a partir del tercero llovía tanto que el montículo de tierra había desaparecido tras un montón de barro. Mejor no pensar en cómo estaba quedando el hoyo. Aquello, sin duda alguna, era un nuevo diluvio universal.
-Joder, compañera, cómo te has puesto –le dijo Fran nada más entrar en el coche -. No quiero decir que ya te lo dije pero…
-Pues no lo digas.
-Te dije que caería la del pulpo.
-Pero lo tenía que decir.
-Si hubieras traído una toalla…
-Pero no la he traído.
-Ya, ya, pero si lo hubieras hecho…
-¿Qué?
-Nada, nada, pero…
-Ya estamos otra vez…
-Vas a pillar una pulmonía.
Jota suspiró, estaba claro que hoy no era su día, solo deseó que, al menos, no durara mucho más.
-Tía, tía, tía…
Fran comenzó a reírse, Jota pensó que era lo que le faltaba.
-Ostras, tía… -risa y risas -. Cómo estará quedando el agujero… -carcajadas y carcajadas -. Llenito de agua…
Qué tipo más listo y qué suerte la suya que lo tenía sentado a su lado.
-Se nos está ahogando el muerto –le dijo mientras le golpeaba amistosamente en el hombro derecho.
Ja, ja, ja. Si pudiera darle en su sonrosada y rellena geta, así, con toda la mano abierta. Si pudiera.
-Quién lo iba a decir, en medio del bosque.
Su flácido cuerpo empezó a convulsionarse, como si estuviera hecho de gelatina, asquerosa y llena de grasa. Tenía suerte de que ella fuera una mujer que seguía las órdenes al pie de la letra, que no fuera de esas impulsivas de gatillo fácil, detonado solo porque creyera que alguien la miraba mal. Sí señor, mucha suerte.
-No quiero decir que ya te lo dije peeerooo…
-Y no se cansa…
-Compañera…
-Lo va a decir…
-Si lo hubiéramos llevado al pantano…
Jota abrió la puerta del copiloto y, empujándole enérgicamente con los dos pies, echó fuera a su voluminoso e insoportable acompañante. Fran cayó de bruces contra el húmedo y embarrado suelo. Jota cerró la puerta y activó el cierre centralizado.
-¡Tía, tía! ¡Pero qué coño te pasa! ¡Déjame entrar! ¡Mira cómo me estoy poniendo! ¡Me cago en la puta!
Jota reclinó el respaldo de su asiento, se puso cómoda. La lluvia golpeaba con fuerza la carrocería de su coche, y los gritos y maldiciones que venían del exterior le parecieron, de repente, música celestial.
Sí, Fran tenía suerte de que ella no fuera una mujer que se dejara llevar por sus impulsos. Mucha suerte.
Relato realizado a partir del ejercicio «Parece que va a llover» de la web Literautas.
¡Qué buen rato me hiciste pasar! Me ha hecho mucha gracia el final y me ha encantado la historia y sus personajes. 🙂
¡Un abrazo!
Hola Candela, me alegra mucho saber que te han divertido tanto la historia como los personajes. No pretendía otra cosa. 😉
Muchas gracias por tu comentario.
Un abrazo.
Con la noche tan feliz que se prometía el pobre hombre… Espero que, al final, tuviera suerte y no espantara demasiado a la chavala con la que había quedado, ¡menudo trama si no!
Hola Benymen, bienvenido.
La verdad es que sí, con lo elegante que se había puesto. Ya le preguntaré qué tal resultó su cita, si tuvo éxito a pesar de no poder ir con su mejor traje. 😛
Gracias por tu comentario.
Un saludo.
Te mueves como pez en el agua en el género y los personajes están magistralmente construidos. 🙂
Sólo un pequeño detalle: intenta leer en voz alta el párrafo que comienza por «Fran, que así se llamaba…». En mi opinión necesita algún punto y coma intermedio o menos frases anidadas con ques.
Y tengo que preguntarlo: ¿Has escrito algo que se pueda clasificar dentro de cualquier variante de la ciencia ficción?
Un saludo,
J.A.
Hola Jota A., muchas gracias por tu comentario. La verdad es que he leído el relato en voz alta varias veces, es posible que tengas razón con ese párrafo porque le di muchas vueltas y a veces eso es contraproducente. De todas formas probaré lo que me comentas, gracias por el apunte. Lo de las comas y los puntos es lo que más me cuesta, revisas y revisas y en cada revisión las vuelves a cambiar. Mi gran amiga Su me dice que a veces parece que cojo un puñado de comas, las lanzo al texto y las dejo donde caigan, jajaja.
No he escrito nada de ciencia ficción y eso que es uno de mis géneros favoritos. ¿Por qué lo preguntas? Si me estás lanzando un reto, lo cojo al vuelo. 😉
Gracias por pasarte por aquí.
Un saludo.
Algo parecido a un reto… Formo parte del comité de redacción de Alfa Eridiani, una editorial en la que tenemos una revista digital de cf gratuita. A partir del próximo número aceptamos relatos de en torno a las mil palabras, además de los relatos más largos que publicamos desde siempre.
De los cinco o seis textos tuyos que he leido, cuatro los hubiese recomendado para publicación si hubiese podido encajarlos en la línea de la revista. Así que si te animas… 😛
También tenemos un concurso de relatos de cf. Te dejo las bases por si te apetece participar: http://alfaeridiani.blogspot.com.es/2013/04/i-concurso-anual-de-relatos-de-ciencia.html
Un saludo,
J.A.
P.D.: quiero leer más de Jota. Si el relato fuese el arranque de una novela, ya habrías vendido un ejemplar. 😉
He echado un vistazo a la revista, no sabes cuanto me alegra saber que si alguno de mis textos pudiera encajar en ella tú los recomendarías, muchas gracias. Y claro, con todo el ego subido ya me he puesto manos a la obra, ¡ciencia ficción allá voy! 😉
Ahora te lanzo yo uno a ti, actualiza tu blog, 😛
Gracias de nuevo por tus palabras, y por comprar un ejemplar de una novela antes de que exista. 😉
Un abrazo.
Hola J.A., reto completado. 😉
He intentado mandarte el resultado al email que usas para comentar en el blog, pero el servidor me lo ha devuelto.
¿Cómo podría hacerlo? ¿Tienes otra dirección?
Un saludo.
Ostras, cierto. Es .com, no .es
Disculpa el fallo, me pasa muy a menudo. Casi la lio parda en uno de los primeros talleres de literautas por la puñetera coletilla del dominio.
Un saludo,
J.A.
¡Muy bueno! Personalmente creo que escribir diálogos entretenidos y realistas es una de las cosas más difíciles a la hora de componer un relato y a ti amiga, te ha salido de lujo 🙂
¡Un abrazo!
Muchas gracias por tu comentario. La verdad es que a mí me parece mucho más difícil escribir una buena descripción, de esas que te envuelven, que consiguen que imagines todo como si estuvieras ahí. Será porque eso es lo que más me cuesta y, en cambio, con los diálogos me siento más cómoda.
Gracias de nuevo, me alegra que te haya gustado, espero que te pases más por aquí. 😉
Un saludo.