Yo, mi, me… contigo.

Yo mi me contigo

Un buen libro puede hacer que te emociones, que se te escapen unas cuantas lagrimitas, que te replantees el sentido de la vida, que pases noches en vela porque no puedes aguantar la intriga, que te enamores de un personaje o que lo odies, incluso que tengas miedo, pero… ¿reírte? Y no me refiero a que te saque una sonrisa en cada página, no. Hablo de reírte con ganas, a carcajada limpia, como si te hubieran contado un chiste buenísimo. A mí particularmente me parece dificilísimo, puede que sea porque he preferido un tipo de lectura que no tenía ese propósito, pero aún así…

Hasta hace unas semanas el único que había conseguido que me entrara la risa hasta tal punto de despertar a mi señora esposa (y que me mirara raro), era el inigualable Terry Pratchett. Fue hace unas semanas cuando mi muy mejor amiga (como diría Forrest Gump) me prestó «Yo, mi, me… contigo» de David Safier, la misma persona que me recomendó a Terry Pratchett, curiosa coincidencia. Qué se puede esperar de un libro con esta advertencia al lector: «Este libro tiene una falta de fundamento histórico impresionante». Pues risas y más risas, carcajadas y más carcajadas, y además de regalo, así porque sí, revelarte cuál es el verdadero amor. Y no, no es el chocolate.

¿Cómo consigue todo esto? Partiendo de una idea bastante rocambolesca, casi tanto como «Alien vs Predator». Rosa es una mujer llena de inseguridades, con un trabajo que odia y, para colmo, sigue enamorada de su ex que está a punto de casarse con la mujer perfecta. Un día se somete, mediante hipnosis, a una regresión a una vida pasada. De pronto se encuentra compartiendo el cuerpo con el mismísimo William Shakespeare, y no podrá regresar al suyo hasta que no descubra qué es el verdadero amor.

Genial de principio a fin, sobre todo en los momentos en que se entrecruzan los diálogos y pensamientos de Rosa y William Shakespeare, es ya uno de mis libros preferidos, al ladito de Terry lo voy a poner… Cuando lo compre, claro, no he olvidado que tengo que devolvértelo. 😛

«¡Vaya, hombre, yo era una especie de cliché! Comparadas conmigo, incluso las protagonistas de las películas de Hollywood eran de lo más original: llevaba años siendo single, mi reloj biológico me estaba tocando lo que no suena y me bañaba en una piscina de autocompasión: mi gran amor iba a casarse con su gran amor y, por desgracia, no era yo.

—¿Qué tiene ella que no tenga yo? —lloriqueé mientras cogía de mi desastre de nevera una botella de licor de hierbas Ramazzotti.

—Tiene estilo, Rosa —contestó Holgi, mi mejor amigo homosexual que, a diferencia de los mejores amigos homosexuales de las protagonistas de Hollywood, no estaba como un tren, sino que más bien parecía un pequeño hobbit.»

«Yo, mi, me… contigo», David Safier.

2 Comentarios Agrega el tuyo

  1. Maese Meiga (alias muy mejor amiga) dice:

    ¡A que es genial! Es que, a quien no le guste este libro, no tiene sentido del humor… Bueno, venga, no voy a ser tan intransigente: no tiene nuestro gran sentido del humor 😉

    Encantada de serte útil, pequeño saltamontes (y esta vez, sin necesidad de coger el boli rojo) 😛

    1. Ay no, boli rojo no que me entran sudores. 😛

      Besitos Maese.

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