—Hola, voz de mi interior, ya estoy en casa.

—Hola, me alegro, ¿y qué tal las vacaciones?

—Fenomenal. —Sonrisa maliciosa de las que dicen «uy la que te tengo guardada para echártela a la cara» —. ¿Recuerdas la lista prevacacional? ¿Esa que corregiste?

—Sí, claro, ¿por qué?

—Te la traigo «de vuelta».

1. Corregir el borrador. √  (Aún me queda, pero menos de la mitad).
2. Leer. √ («Downbelow Station» de C.J. Cherryh).
3. Terminar la última temporada de «Battlestar Galáctica». √ (Y de «Dark Matter», «Agente Carter» y «Resurrección»).
4. Ir a la playa con toda la tropa tres años después. √

—¿Qué te parece?

—…

—¿Si quieres te la enmarco? —risita de esas para adentro y que suenan a jijiji.

—Muy bien, ¿ves como cuando quieres puedes?

—¿Qué?

—Yo no tenía ninguna duda, pero lo que es tú…

—Tendrás morro, si me tachaste toda la lista y te reíste en mi cara… ¡señalándome con el dedo!

—Psicología inversa, amiga, psicología inversa. Y no es por echarme flores, pero ha funcionado a la perfección. De nada.

—¿De nada?

Arruga con saña el papelito con la lista y se lo lanza con toda la intención a la cara de su voz interior. Claro que como es una voz interior, pues la bola de papel le da a ella en todo el ojo.

—Por cierto, te falta un punto de la lista.

—¡Venga ya! —dice frotándose el ojo lloroso que recibió el impacto.

—No veo descansar por ningún lado.

—Descansar está sobrevalorado.

Hay que ver lo que escuece que te golpee un gurruño de papel. Y lo rojo que se te pone el ojo ahora que lo ves en el espejo.

—Tu cara no dice lo mismo, menudas ojeras, estás echa un asco.

—Oh, vete por ahí.