El Coleccionista

Foto: Ester Valverde
Foto: Ester Valverde

 

Tarde. Como todo en su vida. Ahora lo sabía, ahora conocía la sutil diferencia entre cinco minutos antes o cinco minutos después. Nunca se paró a pensar qué habría pasado si alguna de sus decisiones las hubiera tomado un poco antes. Si esto o aquello no lo hubiera dejado para el día siguiente. Jamás. Aceptó cada uno de los acontecimientos de su vida como los únicos posibles. Cada una de sus opciones como las que le había tocado vivir. Desde la ingravidez de la muerte podía ver con claridad, desplegados como ramas de un mismo árbol, todos y cada uno de los caminos que se le habían ofrecido, los que se abrieron tras cada nueva decisión, el punto exacto en el que su vida habría sido diferente.

¿Qué puede suponer un día en una vida que dura décadas? Podría ser una vida distinta, una en la que ves nacer a tu hija, crecer, una en la que envejeces. El mismo curriculum entregado un día antes se habría traspapelado, no habría conseguido aquel trabajo, no habría descubierto nada, no se habría hecho el héroe, nadie se habría tomado las molestias de acabar con su vida. Ya era tarde. Todo lo que le quedará a su hija de él serán los recuerdos de otros, una extensa colección de monedas y cinco minutos. Ese intervalo tan aparentemente insignificante supuso que el sobre que contenía toda la información que fue su sentencia de muerte cambiara de destinatario. Cinco minutos más tardó en salir de casa y aquel sobre llegó 30 años tarde.

Justo a tiempo.

-¿Señor Moreno?

Tras la intensa lluvia y un paraguas se escondía el rostro de la mujer que le hablaba.

-¿Quién es usted? ¿La conozco?

-Le traigo un mensaje de mi padre.

La desconocida le mostró una moneda plateada delicadamente sostenida entre los dedos de su mano derecha. No era una moneda cualquiera, significa que aquella templada tarde de otoño, segundos antes de disponerse a entrar en su coche, acababan de alcanzarle las consecuencias de sus actos pasados.

-Hace muchos años –comenzó a decir con tranquilidad, alargado conscientemente cada palabra mientras su interlocutora permanecía impasible –, conocí a un hombre que coleccionaba todo tipo de monedas. Creo que esa que tienes en la mano se la regalé yo –sonrió y se apoyó en su paraguas cerrado -. Lo que le sucedió fue una lástima, tenía un gran futuro pero… No supo elegir lo que le convenía.

Lanzada al aire la moneda dio varias vueltas sobre sí misma en su dirección. Ya no la vio caer.

Quedaban cuatro.

 

4 Comentarios Agrega el tuyo

  1. Reconozco que me he levantado un poco espeso y que, mientras desayunaba, me he leído el relato que ahora mismo estoy comentando… (obviamente, no va a ser otro :P) He tenido que releerlo unas tres veces pero, antes de criticar si es confuso o no, recuerda que estoy recién levantado. La tercera vez que le he dedicado más atención, se ha producido una explosión de entendimiento en mi cabeza.

    No lograba entender qué cuatro quedaban, pero tras restregarme de nuevo los ojos, entendí a qué te referías. No voy evidentemente a desvelar nada, por si acaso alguien lee los comentarios antes que el texto, pero sí voy a preguntarme que cómo fue posible que no lo leyera en la recopilación. Así que, como allá no pude decirte nada, te lo digo aquí, que para eso están los blogs.

    El primer cuerpo del texto podría pasar por un microrrelato de lo mejorcito de serie negra; me gusta mucho como barajas diversas opciones de lo que podría haber pasado y de lo que, finalmente, pasó a pesar de todo.

    La segunda fue un poco más desconcertante, ya que carece de narración y es prácticamente un diálogo treinta años después entre esa hija que tuvo y un sujeto que en algo turbio se involucró.

    Me gusta el hecho de que un relato tenga la habilidad de hacerme pensar qué demonios está pasando ahí en vez de dármelo todo mascado. Has hilado muy bien los dos cuerpos textuales y repito, el no entendimiento en un principio de todo aquello se debe más a mí, que estoy recién levantado como aquel que dice, que a tu forma de narrar.

    Solo me queda decirte, resumiendo, que me ha impactado muchísimo el final y que, de verdad, para de momento haber leído solo dos, te los curras un montón.

    Felicidades de nuevo y sí: ya lo creo que nos leemos 🙂

  2. Hola Pedro, gracias por tu comentario. La verdad es que este relato tuve que reescribirlo varias veces, las primeras versiones eran bastante confusas. Como tú bien dices no quería darlo todo mascado pero tampoco que no lo entendiera nadie.

    Agradezco todas las molestias que te has tomado, sobre todo a las 7 de la mañana, qué madrugador.

    Gracias de nuevo, termino mi desayuno y me paso por el tuyo. 😉

  3. Jota A. dice:

    Telita. 🙂
    Como amante del noir, me tengo que quitar el sombrero. Sería un prólogo inmenso para la historia de venganza de esta hija, ¿te has planteado continuarla?

    1. Muchas gracias Jota, si te soy sincera tendría que responder sí y no. Me he planteado usarla como inicio de otra o como fondo para otra, pero leyendo tu comentario quizá debería replanteármelo.;)

      Gracias de nuevo por pasarte y comentar, un saludo.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s