Ausencia. Pienso en ella. Se aferra a mi pecho, presionando, estrujando, hasta que las lágrimas brotan como única defensa. Es aliada del tiempo y cada segundo crece. La encuentro en un gesto de mis manos, en palabras que se escapan, en el calor que entra por la ventana. Se adueña de momentos que ya no compartiré y recuerdos que regresan. Añora y me culpa, y se cuela en mis sueños.
Consuelo. Creo que está en todas partes, que me sigue allá donde vaya. Aparece en el ondular de mi pelo, en melodías tarareadas, en los surcos de mi cara. Habita en el tiempo que no quiere ser olvidado, en los olores, en las noches con brisa, en entradas de cine guardadas con celo, en letras escritas que resisten el paso del tiempo. Sonríe con el sabor de una comida y vive de lecciones recibidas.
La ausencia me sigue apenada y a mi oído el consuelo susurra que, mientras yo viva, tú no te habrás ido todavía.
Qué bonito!Como en una buena fotografía, consigues dibujar un relato con alma, que te hace viajar más allá de las palabras. Emoción, melancolía, tristeza, silencio…
Mientras existan recetas enmarcadas que traspasen generaciones…
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Precioso escrito! Parece una pequeña-gran ventana hacia tu alma. Me encanta! Un abrazo enorme.
Precioso, Patricia. Conmovedor.
Tienes una mención en mi blog cuando puedas pasarte.
Un abrazo.
Muchas gracias LnaXII, es lo más personal que he escrito en mi blog así que tu comentario lo agradezco el doble. 🙂
Un abrazo y ahora mismo me paso por tu blog. 😉