
—Buenos días, ¿me pone media docena de horas de sueño?, pero de las que van seguidas, no de las intermitentes.
—No me quedan.
—Vaya, ¿y le van a llegar más?.
—Si hay suerte en un par de meses. Claro que eso mismo me dijeron hace un par de meses.
—Entiendo…
—Si le interesa tengo un par de descansos de veinte minutos porque me entretengo jugando un rato, frescos, frescos.
—No sé si me compensa por ese precio.
—Si lo que buscan son buenas ofertas, tengo un tres por uno en lloro porque tengo hambre, lloro porque no me puedo dormir y lloro porque no quiero que me dejes solo.
—Uy, no, de eso me sobra en la despensa.
—¿Y qué le parece hay más puré de verduras en mi cara que en mi boca a mitad de precio?
—Bueno, si es a mitad de precio pongame doscientos gramos. En lonchas finas, por favor. Y un par de kilos de sonrisas cuando te veo mamá y de carcajadas cuando me haces cosquillas, que eso siempre compensa.