Veo tu cara de desconcierto desde aquí, no tienes ni idea de qué serie es esta (bueno, era), ¿verdad? ¿Tú sí? Pues mini punto para ti. Habéis visto a Jason Priestley y habéis flipado, ¿a qué sí?. Sé lo que estáis pensando: lleva con el mismo peinado desde «Sensación de vivir». Y, por si no habéis alucinado bastante, aquí era el malo, malote. Pero ya estoy adelantado acontecimientos. Rebobinemos y empecemos por el principio, algo por otra parte muy acorde con esta serie de mediados del 2000 protagonizada por Eliza Dushku, la Faith de «Buffy, Cazavampiros».

Aprovechando que las series sobre viajes temporales (Timeless, El ministerio del tiempo, Travelers) o simplemente sobre cambiar el pasado (Frequency) están viviendo una segunda juventud en la televisión, se me ha ocurrido desempolvar esta serie que narraba las aventuras y desventuras de Tru Davies, futura estudiante de medicina que acababa haciendo prácticas en la morgue y que tenía un don muy particular: era capaz de escuchar a los muertos. Y no solo eso, si estos le pedían ayuda, Tru revivía el día en el que ellos habían muerto, rebobinándolo como si de un vhs se tratara, para intentar salvarlos a toda costa antes de que esa muerte inminente volviera a suceder. Puede que esta premisa os deje tan fríos como a mi señora esposa si no sois muy fans de este tipo de género, o puede que os pique la curiosidad sin remedio como me ocurrió a mí en su día si sois unos locos de todo aquello que huela un poco a fantasía, a paranormal, a ciencia ficción o a una de esas con gente con poderes. Una premisa no deja de ser una premisa que puede ser más o menos interesante y, aunque es muy importante para captar a tu público objetivo, para mantener a ese público y sobre todo atraerlo en masa la clave está en cómo y hacia dónde la desarrolles. A veces a las series les sucede que tardan en encontrarse a sí mismas, en decidir cuál será su camino, definir su particular identidad, y se quedan en un lo que pudo ser y no fue si las cancelan cuando ya se empezaba a atisbar qué querían ser de mayor. La mayoría de las veces las audiencias mandan y en otras ocasiones los directivos de las cadenas deciden apostar por otros productos porque nunca han tenido demasiada fe en esa serie que te gusta a ti y a otros cuatro millones y medio de seguidores. Fieles, eso sí. Conclusión: la historia de Tru Davies se quedó en 26 capítulos (veinte de la primera temporada más seis de la segunda), cercenada sin piedad justo cuando comenzaba a ponerse interesante.
¿Cuáles son los errores más comunes que puede cometer una serie?:
1- Que su trama, esa la línea argumental común a toda la temporada o a toda la serie, brille por su ausencia o se desarrolle tan despacio que se pierda en una decena de capítulos que en el fondo no dejan de ser un procedimental tras otro con un toque sobrenatural.
2-Que tu protagonista no tenga más obstáculo en su misión que el tiempo límite que le pone la hora de la muerte de la persona a salvar y los pocos datos recopilados a su llegada a la morgue antes de que el día se reinicie. Hola, antagonista, ¿dónde te has metido?
3-Que te des cuenta de que hay personajes que no funcionan ni con pilas Duracell y que acabes escondiéndolos bajo la alfombra esperando que nadie se entere de su desaparición. ¿Tru no tenía una hermana mayor? ¿Hermana? ¿Qué hermana? Sí, mujer, era rubia, abogada y adicta a la cocaína. Eh… Uy, mira, creo que va a pedir ayuda otro muerto.
Por fortuna, los puntos uno y dos son fáciles de solucionar con tiempo, ingenio y atrevimiento. ¿Qué puede ayudar a que una serie disfrute de ese preciado tiempo?:
1- Una protagonista con el suficiente potencial para crecer a lo largo de los episodios a pesar de todo.
2-Secundarios con carisma capaces no solo de estar a la altura de esa protagonista sino también de generar interés por ellos mismos. Llámese hermano viva la vida con encanto (Shawn Reaves) o jefe con nula capacidad social más cómodo con los muertos que con los vivos (Zach Galifianakis).

3-Un porrón de seguidores pegados al televisor semana tras semana o directivos que confíen ciegamente en las posibilidades de tu historia y apuesten por ella contra viento y marea.
Por desgracia todo lo que hagas dará igual sin el punto tres, aunque tu creación sea una obra maestra de la televisión (que no es el caso). Porque solo si cumples el punto tres podrás renovar temporada tras temporada incluso si lo que cuentas no tiene ni pies ni cabeza ni pizca de originalidad. Porque si un manda más con gran visión de futuro decide gastarse su dinero en otra cosa que al final no la ven ni la mitad de espectadores que a tu querida e incomprendida serie, poco importará que se te ocurra que esta vez tu protagonista no consiga evitar la muerte de esa mujer, o que reviva cuatro veces el mismo día porque al salvar a uno resulta que se muere otro y éste también le pide ayuda, y lo salva pero se muere otro y también le pide ayuda, y consigue salvarlo pero qué narices pasa hoy que se muere otro distinto y también quiere que le ayude, o quizás no hay forma de que él o ella no acaben en la morgue porque lo que en realidad necesitan de nuestra heroína es que les ayude a no irse al más allá con cuentas pendientes. Dará igual, sí, que pienses que Jason Priestley, ídolo de quinceañeras en los noventa, es tu perfecto antagonista. Que le des la misma capacidad para revivir días que a tu heroína pero con la firme creencia de que su misión es dejar las cosas como están, porque si al final vive alguien que debería haber muerto otro ocupará su lugar. Y ya se encargará él de que si evitas que asesinen a tu hermano al final maten a tu novio (Matt Bomer).

Podría haber sido una estupenda serie con dos grandes fuerzas antagonistas, la vida y la muerte, que encuentran su sentido en la existencia de la otra. Sin buenos ni malos propiamente dichos, sin que todo sea blanco o negro porque ambas fuerzas creen que hacen lo correcto, lo que es mejor para la mayoría, que cumplen una misión más importante que ellos mismos y por ella harán lo que sea necesario. Una serie que nos preguntaría si cambiaríamos el pasado o lo preservaríamos, asumiendo las consecuencias de una u otra decisión. ¿Dejaríamos morir otra vez a alguien que bien podría ser vital para encontrar la cura del cáncer? (Venga, vamos a ser ambiciosos) ¿Y si le salvamos la vida a alguien que acabará siendo un asesino en serie? Tal vez solo sean personas corrientes cuya existencia no afecte al devenir de la humanidad. Tal vez solo las personas corrientes son las que al final marcan el destino de mundo. Sí, podría haber sido todo eso, pero no lo fue.

Ah, Travelers. De ella va mi próximo artículo. 🙂
Y leyendo el tuyo me ha surgido una pregunta muy tonta muy tonta muy tonta que a lo mejor no lo es tanto tanto tanto. 😛 A una seriefila como tú, ¿alguna vez se le ha pasado por la cabea diseñar una serie de televisión? No escribirla entera, construir el high concept, personajes centrales, las líneas generales de los arcos… (Ahora me sales con media docena de proyectos en carteta xD).
No me vale «total, nunca se rodaría». Que soñar es libre. 😉
Un saludo,
J.A.
Pues ya me dirás si Travelers se parece o no a mi querida «Salto no tempo», «Quatum leap» para los americanos, porque yo la disfrutaba en TVG que en el Bierzo se ve fenomenal, jajaja.
Me parece muy interesante tu pregunta y debo decir que pasar por mi cabeza ha pasado, sí, imaginar es fácil, pero lamentablemente no he escrito ni una coma. A lo mejor cuando mi prole se vaya a la universidad… decías que soñar es libre, ¿no?
Un saludo y gracias como siempre por comentar.
Yo también seguía «Salto no tempo´», creo recordar que los domingos por la tarde. Molaba mucho, sobre todo cuando las tramas afectaban al pasado del protagonista. Nunca la he revisitado porque creo que no resistirá bien el paso del tiempo, ya me llegó con estropearme para siempre el recuerdo de «Los cuentos del mono de oro». xD
Te adelanto que «Travelers» no se parece en nada a «Salto no tempo». La posesión del huesped es permanente, para empezar. Mañana más. 😛
Un saludo,
J. A.
Yo hace unos años volví a ver algunos capítulos, doblados en español esa vez, y a mí me siguieron molando, subidón nostálgico incluido. Creo que lo único que no resistirá el paso del tiempo son las camisas, corbatas y chaquetas de Al. 😉