El primer libro que leí que pudiera clasificarse con la etiqueta «LGTB» fue «Beatriz y los cuerpos celestes» de Lucía Etxeberría. Eran finales de los noventa y lo encontré para mi sorpresa (y emoción desbordada) en la biblioteca municipal de mi pequeña ciudad natal: Ponferrada. Por aquella época yo era una veinteañera lidiando a dos bandas con el desamor y la autoaceptación y encontré en «Beatriz y los cuerpos celestes» un lugar donde aliviar el dolor, entender muchas de mis emociones y sentir que lo que a mí me pasaba no era algo de otro mundo, que no estaba tan sola. Por primera vez me sentí identificada con el personaje no solo de un libro, sino de cualquier historia que yo conociera, cinematográfica o televisiva. Porque en la realidad de una joven lesbiana hace casi veinte años todo a su alrededor le decía que tenía un problema y que nunca jamás podría ser feliz. Ni que decir que en cuanto pude me lo compré y lo releí y releí. Aquel libro también contribuyó de alguna forma a revitalizar entre mi hermana y yo un vínculo que estaba un poco maltrecho tras mi, llamémoslo accidentada, salida del armario. Ella leyó aquel libro de Lucía Etxeberría, mi libro, y después compartimos la lectura de unos cuantos más de su autora. Tanto nos gustaba Lucía Etxeberría que en la feria del libro de Madrid de hace taitantos años hizo cola para conseguir un ejemplar autografiado. Aún recuerdo la dedicatoria: «Las hermanas que leen juntas, permanecen juntas». Así de importante fue aquel libro para mí, así de significativo. Así de importante es que las historias que se cuentan en la literatura, en el cine, en la televisión, sean diversas e inclusivas. Porque por si aún no os habéis dado cuenta, editores, escritores, cineastas, productores, gente del mundo; la mayoría de los habitantes de este planeta llamado tierra no son hombres blancos heterosexuales (sí, os acabo de llamar minoría. ¿Cómo se os ha quedado el cuerpo?).
Probablemente nunca volveré a leer «Beatriz y los cuerpos celestes» porque su momento fue aquel, para la chica que era entonces, no para la mujer (o señora como ya me llaman los niños, los muy ca…) que soy ahora. A veces es mejor mantener ciertas cosas en el recuerdo. Después de aquel libro llegaron muchos de temática lésbica y cuantos más leía, más pereza me daba leer otro. ¿Por qué? ¿Por qué mi vida ya era plena en amor y aceptación y no necesitaba encontrar referentes? Pues no. Quiero decir sí, pero no. A ver, cómo te lo explico yo. Imagínate por un momento que el noventa por ciento de la literatura que existiese fuese así:

Qué exagerada, me diréis. Ay, ojalá. Porque los heterosexuales habréis inventado el eterno «chico conoce a chica, chico pierde a chica, chico recupera a chica» pero nosotras lo perfeccionamos. Que a clichés no nos gana nadie, te lo digo yo. Porque somos superguapas, superricas, supermalotas, superguais; directamente sacadas del Olimpo, oye. Sí, yo soy una de esas que despotrica de la literatura lésbica, de la literatura LGTB, una renegada. Y también una que no escarmienta. Qué quieres, de vez en cuando apetece leer sobre una chica que conoce a una chica y bla, bla, bla… A otras les da por leer o ir en masa al cine a ver «Crepúsculo» o «Cincuenta sombras de Grey». Cada una tiene sus debilidades. Y menos mal, porque a veces llegan nuevas escritoras (o veteranas) y un género perdido en la misma fórmula, como si fuese un bucle sin fin, sale del laberinto y empieza a evolucionar. Conoce a otros géneros y se enriquece con nuevas ideas. Y aunque a veces siga contando que una chica conoce a otra, lo hace de una forma diferente, de manera más personal. Lo sé, lo sé, todo esto suena a una teoría muy bonita y tal. Bueno, para que una teoría se convierta en ley basta con demostrarla y no hay mejor manera de hacerlo que con pruebas. Por el momento os daré once, los once nombres que completan la antología de relatos «Cada día me gustas más».
Esta antología ha sido editada por la web «Hay una lesbiana en mi sopa» (HULEMS para las amigas), desde hace años uno de los sitios de referencia para mujeres LGTB hispanohablantes de todo el mundo. Las once autoras han participado de manera desinteresada en este proyecto, que servirá para financiar la web, y son una muestra de ese nuevo panorama literario en principio orientado a mujeres lesbianas o bisexuales, pero que yo creo que tiene la capacidad de llegar a más público y debería hacerlo. En «Cada día me gustas más» encontrarás once historias distintas en contenido y forma, como distintas son las autoras que las han creado. Historias con humor, amor, sexo, misterio, fantasía, incluso terror; y para mi alegría y alborozo también ciencia ficción. ¡Ciencia ficción! De la blanda, eso sí, pero ciencia ficción al fin y al cabo. Ains, que me emociono y todo.
Mentiría si dijera que todos y cada uno de los once relatos me han encantado. Ya sabéis, cada cual tiene sus gustos y sus debilidades y al final unas historias te llegan más que otras, al igual que te seducen más ciertos estilos narrativos. Pero lo que sí puedo decir es que «Cada día me gustas más» es una estupenda antología, fresca y original, que, en mi opinión, contiene más de una y más de dos pequeñas joyas. Pequeñas grandes historias de autoras que ya conocía y seguía, otras desconocidas y que empezaré a seguir y otras que ya había leído y que, siendo sincera, no me habían dejado buen sabor de boca, pero que acaban de ganarse una segunda oportunidad.
Así que “HULEMS”, ya os vale, ahora me gastaré ese billetito que los Reyes Magos me dejaron en casa de mis suegros en libros. Menos mal que serán en formato digital, porque en las estanterías de mi casa ya no entra ni un folio.
¡Vaya pedazo de dedicatoria os dejó Lucía Etxebarría! Me ha encantado cómo describes el significado que ha tenido en tu vida «Beatriz y los cuerpos celestes». La verdad es que me han entrado ganas de leerlo. Y me he reído muchísimo con tu entrada, a pesar de que también tenga un toque dramático. Escribes fenomenal.
Vaya, muchas gracias. A mí tu comentario me ha emocionado, subidón de ego incluido. 😉
No sé si te gustará «Beatriz y los cuerpos celestes», tengo la sensación de que el paso del tiempo no le ha favorecido. Pero en su día fue muy importante, no solo para mí, tener a una protagonista bisexual y aún así ganar el Nadal… Y a finales de los noventa, ni más ni menos. Pues para quitarse el sombrero.
Sí, la dedicatoria mola, pero sé de buena que no es exclusiva y la adaptaba según necesidades. Lo que me parece normal con la de dedicatorias que ha debido escribir. Qué envidia, jajaja.
Muchas gracias por comentar y por tus palabras.
Gracias por esta entrada, me hiciste mucho reír XD Y te entiendo. Es una reflexión interesante la que haces. En mi caso no había leído nunca una novela romántica, a mis 30 y tantos recién vine a leer la primera y con representación sáfica. Honestamente ha sido una linda experiencia a pesar que no es el género que más disfruto. Es muy cierto eso que decías sobre las obras que te marcan, que aunque no sean una genialidad tuvieron el poder de influirte en ese momento de tu vida. Muy linda tu anécdota ❤
Gracias a ti. Y sí, hay historias que tienen un lugar y un momento, es así. 😘😘