En 1900 se publicaba por primera vez una de las obras más conocidas de la literatura infantil: “El maravilloso mago de Oz”. Su éxito fue tal que su autor, L. Frank Baum, escribió trece más sobre este mundo mágico de brujas buenas y malas y un camino de baldosas amarillas. Desde entonces ha tenido numerosas adaptaciones de las cuales la más conocida es la película “El mago de Oz”, protagonizada por Judy Garland.
De un tiempo a esta parte, tanto en el cine como en la televisión, adaptar obras literarias es como una moda sin fin, como si no hubiese otra fuente de inspiración posible para crear historias. Hay muchas maneras de adaptar una novela, puedes ser más o menos fiel al original como en el musical de 1939, puedes coger a uno de sus personajes más emblemáticos, la bruja mala del oeste, y crearle una historia propia (Wicked: Memorias de una Bruja Mala) o puedes reinventar el mundo de Oz y sus personajes, modelarlos a tu gusto, como es el caso de “Emerald City”, serie de la que hoy os vengo a hablar.
“Emerald City” cuenta la historia de una Dorothy adulta (Adria Arjona) que trabaja como enfermera en un hospital de un pueblo de Kansas. A sus veinte años desea conocer a la madre que la abandonó cuando era un bebé, pero a pesar de que ésta vive en una caravana no muy lejos de su casa, no consigue reunir el valor para llamar a su puerta y hablar con ella cara a cara en busca de respuestas. Todo cambia para Dorothy el día que un tornado aparece en el horizonte y la transporta a Oz, un mundo que está lejos de ser un lugar de ensueño. La magia hace tiempo que fue prohibida por el Mago de Oz (Vincent D’Onofrio) y las brujas que no han sido apresadas, sirven a los intereses de éste para sobrevivir. En Oz nada es lo que parece y está a punto de librarse una batalla por el poder entre ese mago que no es tal y la bruja del norte (Joely Richardson), entre la ciencia y la magia. Una batalla que debe decidirse antes de que el mal más terrible regrese de nuevo y lo destruya todo. Un mal que según las señales esta vez llegará desde el cielo. Aunque qué le importa todo eso a Dorothy, ella solo quiere regresar a casa.
“Emerald City” es una adaptación muy libre de la novela de L. Frank Baum y juega de una manera muy interesante con las referencias que todos conocemos del original, como ese perro policía que también llega por accidente a Oz y al que Dorothy llamará Totó porque totó significa perro para los habitantes de las tierras libres del este. Y aunque esas referencias es bastante fácil reconocerlas, sí consiguieron, al menos en mí, querer encontrarlas a cada minuto, en cada capítulo.
Esta serie destaca especialmente en su parte visual, sello indiscutible de su director, Tarsem Singh, quien dirigió entre otras “La celda”, “Inmortales” o “The fall. El sueño de Cassandra”. Y bastará decir que el “Parque Güell” de Gaudí se convirtió en Ciudad Esmeralda para que os hagáis una idea del gusto con el que han recreado el mundo de Oz. Todo está cuidado al detalle, desde la fotografía, pasando por los diferentes lugares que componen Oz, hasta el vestuario. Y si eso es muy importante en cualquier producto audiovisual, lo es más si cabe en una serie de fantasía como esta.
“Emerald City” va creciendo a lo largo de sus diez episodios y creo que si fuese renovada por una segunda temporada, podría alcanzar esa épica que se vislumbra en la primera. Porque tiene mimbres para ser mucho más que un mero entretenimiento visualmente llamativo. Lo sabes en cuanto conoces a esa bruja del oeste atormentada y adicta al opio que regenta un burdel, a ese moderno hombre de hojalata, heredero directo del monstruo de Frankenstein, o a ese Reino de Ev inspirado en el steampunk, subgénero de mi querida ciencia ficción. Porque esa tensión sexual que normalmente dura siete temporadas aquí se resuelve en dos capítulos. Porque hay buenos que no lo son tanto y malos con corazón. Porque todos guardan secretos. Porque todo el mundo miente. Y, qué queréis que os diga, yo quiero saber más.