—Agencia Unificada de Musas Posclásicas, ¿dígame?

—Hola, buenas tardes, quería contratar a una musa literaria. Es para un relato.

—¿De qué género?

—No sé, ¿cualquiera?

—No tenemos ese género.

—Quiero decir que me da lo mismo. Verá, necesito inspiración urgente, es jueves y tengo que actualizar mi blog y…

—¿Cree que me importa?

—¿Perdón?

—Tiene que elegir un género: fantasía, romántica, terror, drama, comedia… ¿Supongo que sabrá lo que son cada uno?

—Sí, claro, hasta un niño lo sabe.

—¿Y bien?

—No sé… Venga, romántica, que no es un género que me guste mucho pero he leído que es bueno practicar con otros…

—Sigue sin importarme.

—Vale, entendido, pero no hacía falta ser tan borde.

—Está ocupada.

—¿Qué?

—Romántica, en una historia poliamorosa de esas.

—Ah, pues terror.

—Solo trabaja en viernes trece o halloween.

—¿Drama?

—En terapia hasta el mes que viene.

—¿Fantasía?

—Con fiebre, delirando en la cama.

—Entonces ciencia ficción, aunque ya me repito más que las…

—En bucle temporal.

—¿Es broma?

—No, comedia tiene la agenda completa hasta finales de año.

—¿Hay alguna musa disponible?, la que sea.

—No.

—¿Y por qué no me lo ha dicho desde el principio?

—No me gusta su tono, señora.

—Ni a mí que me hagan perder un tiempo muy valioso que podría estar empleado en otra cosa como, no sé, ¿escribir?

…

—¿Oiga?

…

—Será… Que me ha colgado la tía asquerosa. ¡Pues señora lo serás tú!