Para este jueves, tercero de mes, había pensado escribir sobre un libro de divulgación científica que me encontró (porque me encontró él a mí) en una de las librerías más bonitas en las que he entrado (y comprado): La central de Callao en Madrid.
«Las mujeres de la luna», escrito a cuatro manos por Daniel Roberto Altschuler y Fernando J. Ballesteros, intenta acercarnos una parte de la historia de nuestra tierra que tiene su reflejo en su único satélite. En la luna hay millones de cráteres, aproximadamente unos 300000 son mayores de 1km y de estos 1586 han sido nombrados en honor de filósofos y científicos. Tan solo 28 llevan nombre de mujer. Entre esas 28 mujeres hay científicas, astronautas, filántropas y una santa. La mitad de esos cráteres se encuentran en la cara oculta de la luna.
Decía que había pensado hablar de este libro, de las mujeres que aparecen en él, de lo mucho que me está enseñando sobre sus apasionantes vidas. Y es que a pesar de las enormes dificultades que tuvieron por ser mujeres en su época, en una sociedad que les prohibía literalmente el acceso al conocimiento, consiguieron importantes logros para la ciencia, para la humanidad, sobre todo en el campo de la astronomía y siendo muchas de ellas autodidactas.
Gracias a este libro ahora sé que la primera mujer que fue al espacio se llama Valentina Tereshkova. De hecho fue la tercera persona en hacerlo y, además, siendo la única tripulante de la nave Vostok 6. Que Sofia Kovalévskaya fue una superdotada en matemáticas y la primera en dar clases en una universidad, en enero de 1884, cuando las mujeres tenían prohibido siquiera poner un pie en las aulas. Aquel primer día a su clase asistieron más profesores, miembros de la prensa y curiosos que estudiantes. Al final de la misma no les quedó más remedio que aplaudir. También he aprendido que la historia de Santa Catalina de Alejandría probablemente sea una versión cristianizada de la vida de Hipatia de Alejandría. Que estas mujeres publicaron estudios sobre las estrellas, descubrieron cometas, crearon lentes más precisas y potentes para observar el espacio o herramientas para medir el universo. Vidas extraordinarias que bien merecerían su propia película. Y, creedme, serían películas fascinantes y memorables.

Sí, había decidido hablar de este libro, pero una frase no dejaba de resonar en mi cabeza: “la cara oculta de la luna”. Porque ahí es donde están la mayoría de las mujeres que vivieron en este planeta. Y ahí seguimos estando: en la cara oculta de la historia. La historia la cuentan los que ganan, eso dicen, y según mi amiga Sus hace mucho tiempo ganó el patriarcado. Así que desde entonces y sistemáticamente una mitad de la humanidad ha minusvalorado a la otra, aunque sería más correcto decir que la ha despreciado. Lo bueno es que siempre ha habido excepciones en la mitad «poderosa». Lo malo es que en la mitad que me toca a mí también las hay, pero para mal, del tipo de excepción que tira piedras contra su propio tejado. Y como la frase seguía repitiéndose y repitiéndose en mi mente, la muy pesada, me he puesto a pensar y si… (no veas lo que me gusta a mí esto de los y si).
Y si… cuando dicen que las deportistas o las actrices ganan menos que los hombres porque recaudan menos todas decidiéramos que no volveríamos a asistir a ningún evento deportivo masculino y fuéramos en masa a ver la liga femenina de fútbol, de baloncesto, de balonmano, el mundial de gimnasia rítmica, la natación sincronizada, a Lidia Valentín levantando pesas como quien levanta a un par de mellizos de catorce meses. En el master series de Madrid solo sacaríamos entradas para el cuadro femenino. Pero es que yo quiero ver a Nadal. Pues lo ves por la tele que como no tienes audiómetro no se va a enterar nadie. Y solo veríamos películas o series dirigidas, escritas o con mujeres protagonistas no estereotipadas. Mira la cartelera de esta “peli”, siete tíos y una chica. Y seguro que si no es novia de alguno de estos maromos, se acaba liando con uno, menudo rollo.
Y si… dejáramos de comprar productos con publicidad sexista que nos representa más como objetos que como sujetos y empezáramos a adquirir solo productos que respetaran nuestra inteligencia y nuestra diversidad física. Sí, todas, ahí en masa. Y a la pasarela Cibeles no volveríamos hasta que no desfilaran juntas modelos de talla XS con las de talla XXL.
Y si… usáramos nuestro dinero para apoyarnos las unas a las otras. Para decir al mundo, hasta aquí hemos llegado. Chicas, ¿os habéis enterado de ese videojuego que acaban de sacar con una heroína de las verdad y sin estar hipersexualizada? ¿Videojuego?, pero qué me estás contando, si ni siquiera tengo consola. Pues yo tengo tres. Pues yo solo una. Eso da igual, chicas, todas a comprarlo pero ya, y a subir foto en todas las redes sociales. Que se entere hasta el vecino del décimo.

Y si… solo leyéramos libros escritos por mujeres o con personajes femeninos cuyo arco argumental no dependa de un hombre. Y a ser posible que haya más de una y más de dos. Según las estadísticas las mujeres leemos más que los hombres, pero era mejor que no se supiera que “Harry Potter” lo escribió una tal “señora” J.K. Rowling porque entonces no lo compraría nadie. Hay escritoras en todos los géneros literarios, en todos, por si no os habíais enterado.
Y si… todas nos afiliáramos a un partido político, cada una al que quisiera, y en las primarias solo votáramos a candidatas. Y lo mismo después, en las elecciones generales. Porque también tenemos derecho a tener una presidenta que haga ruedas de prensa a través de plasma y a las preguntas difíciles conteste “Ya y tal”.
¿Os lo imagináis? Sería la REVOLUCIÓN del siglo XXI, así en mayúsculas. Porque a las grandes empresas les importa un pimiento el sexismo, lo único que les interesa es el dinero, el consumo. Sean textiles, de cosmética, productoras de cine o editoriales, al final venderán, ofertarán, lo que la gente compre, lo que demande. Y si la mitad de la población llena las salas de los cines donde se proyecte, por ejemplo, esta película:

Tal vez la próxima vez que una actriz y directora como Leticia Dolera busque financiación para su próxima película, a ningún lumbrera se le ocurrirá rechazarla argumentando que es que ya están produciendo una película para mujeres y han cubierto el cupo. ¿No os indigna semejante desprecio a millones de personas?
Ojalá fuera posible, de verdad, pero creo que para eso necesitaríamos tener algo así como una mente colmena. Todas conectadas como en “Sense 8”, todas sintiendo lo que sienten las demás, compartiendo nuestros pensamientos, nuestros deseos, nuestros temores, nuestros anhelos. Todas a una como Fuenteovejuna. Así si en una de esas fiestas multitudinarias de cualquier ciudad de nuestro país, por ejemplo, una de nosotras está sola y se siente intimidada por cinco hombres que la rodean e insisten en acompañarla, las demás también lo sentiríamos e iríamos corriendo a su lado como una «manada», sí, pero de leonas, gritando: ¡Compañera! ¡No estás sola! Y la rodearíamos y la llevaríamos lejos de allí. Invertiríamos en proyectos científicos liderados por mujeres, en empresas lideradas por mujeres, aprobaríamos en el congreso que el permiso de paternidad fuera obligatorio e intransferible y que durara lo mismo que el de maternidad, contrataríamos a más mujeres, cerraríamos prostíbulos y, por qué no, abriríamos Sex Shops.
Sí, ojalá fuera posible, porque conseguiríamos equilibrar la balanza de verdad. Es lo único que queremos, equilibrio, es lo que nos merecemos. Porque no es justo que la mitad de la humanidad esté relegada a esa cara oculta, donde la historia está a oscuras. Porque y si pusiéramos de nuestra parte, sin faltar ninguna. Sería como si cada una de nosotras encendiera una vela: todo se llenaría de luz.
Sin embargo, la luna sí refleja algo de la tierra (…). Refleja lo que fue —y en muchas sociedades aún es— una visión negativa de la mujer, un menosprecio que nos cuesta mucho, comenzando por la deshonra de nuestras propias madres.
Las mujeres de la luna — Daniel Roberto Altschuler y Fernando J. Ballesteros.
¡Hola Patricia! Me ha encantado esta reflexión tan bien elaborada. Siento unas ganas irrefrenables de ponerme a despotricar sobre lo indignante que resultan las injusticias que provoca esta m. de sistema patriarcal en el que vivimos. Pero, creo que es mucho mejor pensar en esas propuestas tan grandiosas que has escrito; mucho más constructivo e inspirador (¡me han encantado, al igual que tu forma de escribirlas!). ¡Muchas gracias por dar a conocer este libro, Patricia! Un fuerte abrazo.
¡Hola! Gracias por comentar, es un placer que te pases por este humilde blog. 🙂
Me alegra saber que te gustan mis propuestas, creo que es una forma de protesta muy efectiva, aunque difícil de poner en marcha. Yo, al menos, he intentado poner mi granito. Si consigo contagiarte a ti, quién sabe, quizá sea así como mi particular «REVOLUCIÓN» comienza. 😉
Un abrazo.