El trece de marzo de 1964 en Estados Unidos tuvo lugar uno de los crímenes más conocidos del siglo XX: el asesinato de Kitty Genovese. La razón por la que este suceso pasó a la historia no fue por su particular brutalidad, Kitty murió tras recibir múltiples puñaladas cuando regresaba a su casa, ni porque fue violada cuando su asesino creía que ya estaba muerta, ni siquiera porque el ataque duró más de treinta minutos y Kitty falleció en el rellano de su portal. No, la historia de cómo murió Kitty Genovese se convirtió en una especie de metáfora de la insensibilidad humana, de la indiferencia, sobre todo en las grandes zonas urbanas, porque dos semanas después de que ocurriera “The new York times” publicó un artículo titulado: “Thirty-Eight Who Saw Murder Didn’t Call the Police”. Según éste artículo, hubo treinta y ocho testigos del crimen, treinta y ocho personas escucharon gritos de auxilio, treinta y ocho vecinos de Kitty Genovese se quedaron en sus casas mientras ella era apuñalada.

Cincuenta años después Bill Genovese, hermano de Kitty Genovese, necesita saber la verdad sobre lo que le pasó a su hermana aquella fatídica madrugada de marzo. Necesita respuesta a una pregunta: ¿por qué nadie hizo nada? Quizá cuando conteste a esa pregunta podrá pasar página, podrá dejar atrás aquel día que marcó el resto de su vida, impulsándole a tomar unas decisiones y no otras. Quizá así consiga eliminar la culpa y la impotencia y dejar que su hermana por fin descanse en paz.
“The witness” es un documental que sigue a Bill Genovese en su búsqueda de la verdad. Durante meses va recopilando toda la información que existe sobre lo sucedido aquel trece de marzo de 1964. Contacta con testigos de aquella noche, habla con los periodistas que cubrieron la noticia, con la policía, el fiscal y el juez que llevaron el caso. Hace lo que haga falta para acercarse a esa verdad, una verdad que es como un puzzle al que le faltan unas piezas y otras no le pertenecen. Y, como en los buenos thrillers, cuando Bill resuelve esa pregunta que le atormenta, lo único que consigue son decenas de preguntas más, casi tantas como las diferentes versiones que encuentra del mismo hecho.

“The witness” no solo trata de mostrarnos quién fue en realidad Kitty Genovese, recuperando a la persona y dejando atrás al personaje creado por la prensa y la cultura popular, también es un reflejo de cómo funcionan las historias. Existen las que nos contamos para sobrellevar sucesos que nos traumatizan o nos estigmatizan. Las que preferimos olvidar para no sufrir. Algunas son subjetivas y están incompletas, y según quién las cuente destacará unos detalles y omitirá otros porque le parecerán irrelevantes. Algunas intentan ser fieles a la verdad y otras son una completa mentira fabricada para hacer daño.
La historia de los treinta y ocho conmocionó a la sociedad estadounidense, provocó que se creara el servicio de emergencias “911” y dio lugar al llamado “efecto espectador”. La trágica muerte de Kitty Genovese inspiró películas, series, incluso canciones. Y solo es cierta a medias. “No dejes que la verdad arruine una buena historia”, esa fue la máxima periodística que impulsó al creador del artículo original. Porque la verdad, al parecer, vende menos periódicos. La verdad si omisiones o adornos no hace que los espectadores sintonicen tu cadena. Y nosotros creyendo que eso de moldear las historias al gusto de la audiencia era algo reciente y exclusivo de la prensa amarilla, los programas de sucesos de la mañana, el periodismo de baja calidad. Pues va a ser que no, va a ser que eso es otra mentirijilla hecha a medida.
No conocía este caso y, después de leer tu entrada, me he puesto a investigar sobre el mismo. Me ha impresionado mucho; sobre todo porque me da escalofríos pensar que yo podría haber sido una de esas 38 personas, ya que a veces me reconozco en la indiferencia y la apatía más profundas. Me pregunto si yo hubiera actuado de otro modo… Creo que sí, que si oigo a una mujer gritar y pedir ayuda lo mínimo que hago es llamar a la policía. Aún así, me ha hecho pensar muchísimo en cómo gestiono mi indiferencia y cómo afecta esta a mi vida. Muchas gracias por hablar sobre el caso de Kitty, Patricia. Una entrada genial.
Gracias por pasarte por aquí una vez más, me estás mal acostumbrando. 😛
Creo que en mi afán de no desvelar demasiado del documental me he quedado corta. Así que te recomiendo que lo veas, la historia de esos 38 no fue como la contaron ni como se cuenta.
Si llamas a la policía no eres indiferente, eso es lo mejor que puedes hacer. Y creo que algunas veces no es que no queramos involucrarnos sino que no queremos parecer unos cotillas de la vida ajena.
Un abrazo.