De tareas pendientes

Fotografía: Ester Valverde

Como comenté en la anterior entrada, el mes de enero resultó intenso pero no como me hubiera gustado. Parece ser que ya hemos superado ciertos baches de salud (cruzo los dedos, toco madera) y que febrero solo será el mes de los cumpleaños de mi señora esposa y de Lope.

Después de un mes de inactividad bloguera me está costando el triple esto de actualizar. Entre la mente en blanco y que no me apetece escribir sobre nada en particular… Bueno, sobre nada no, sobre algo que se pueda publicar en un blog, se entiende. Hace tiempo pensé en actualizar con un relato, pero ese relato ya ha pasado de las catorce mil palabras. Así que comencé a repasar las entradas que tenía pendientes: una sobre «Los misterios de Laura» y otra sobre «Barrio maravillas» de Rosa Chacel.

Para la primera necesito revisar algunos capítulos, a ser posible sin distracciones (jajaja, que me da la risa). Descartada hasta nuevo aviso. Con la segunda… Con la segunda me rindo. Lo siento, ya me lo advirtió mi amigo J.A. y qué razón tenía. Que conste que lo intenté, pero al llegar a cierto diálogo a cuatro voces sin un solo verbo «dicendi» que me orientase sobre quién decía qué, me di por vencida. Lo que viene a ser un a tomar por saco en toda regla. «Barrio de maravillas» es de esas clásicas lecturas que la gente mundana como yo, que no sabe reseñar los libros con propiedad más allá de dar su humilde opinión, describiría como «densa». Intercala fragmentos que deslumbran por su manejo del lenguaje, al menos a mí, con otros que me resultaron muy pesados e incluso desconcertantes. Llegó un momento que no sabía qué me quería contar.

Siguiendo el comentario de J.A. descarté «Barrio de maravillas» para ir directa a la búsqueda de «La sinrazón», una de las obras más reconocidas de esta autora. Cogí en préstamo un ejemplar de la biblioteca y… y comencé a leerlo en ese mes extraño llamado enero. No he conseguido terminarlo, creo que solo he leído un tercio. Rosa Chacel maneja el lenguaje como pocos escritores que haya leído, pero sigue siendo una lectura «densa», una lectura que a mí me requiere un 200% de concentración para conseguir entender los matices que encierran la mayoría de sus frases. Como bien dijo mi amigo J.A., Chacel es una malabarista del lenguaje de la que aprender muchas cosas, pero cuando tenga el tiempo y la paz para hacerlo. Así que, sí, me rindo. Rosa, espero me disculpes, quizá nos volvamos a encontrar cuando los mellizos vayan a la escuela.

Mientras tanto seguiré con ese relato que ya supera las catorce mil palabras porque es lo único con lo que me apetece pasar la hora y media que tengo libre cada día. Ains, me tiene enamorada, qué se le va a hacer. 😛

2 Comentarios Agrega el tuyo

  1. J. A. dice:

    No quiero decir “te lo dije” pero… 😛
    El problema que presenta lo que se da en llamar Alta Literatura (Chacel entra ahí de manual), es que resulta de un agotador que-pa-qué. Y aunque hay que comer de todo, siempre me he decantado más por la literatura “barriobajera”, sin caer no obstante en lo poligonero. xD La hipertrofia en la forma de los barrios altos no aporta mucho más alla de la propia forma, que es digna de admirar cual pieza de museo en visita ocasional, pero así, en cuentagotas.
    Acabo de descrubir una autora nueva que calculo que te gustará, sobre todo si consigue lo que se está mascando en el ambiente (recién acabo de ponerme con su obra y…). Tú ve haciendo hueco de lectura este verano, por si acaso. xD
    Un saludo,
    J.A.

    1. Tú lo has dicho, agotadora que-pa-qué, no apta para tiempos de cansancio y tiempo escaso.
      Si la recomendación lectora viene de tu parte, hago hueco como está mandado. Bueno, lectora o de lo que sea. Tengo que confesarlo, últimamente pierdo mucho tiempo en mi PS3 por culpa de cierta saga espacial. Así que no sé si será bueno hacerte caso, que luego duermo mucho menos de lo habitual y, además, ignoro a mis hijos. 😛
      Por cierto, me encantó tu novelette.
      Muchas gracias por leer y por comentar.
      Un abrazo.

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