De palabras que faltan. De palabras que sobran.

Fotografía: Ester Valverde

—Vamos a ver, llevo seis mil doscientas cincuenta y una palabras… —dice garabateando el número en un papel reciclado —. Pongamos que el desenlace necesita unas mil, eso hacen… —Hace la suma como cuando iba al colegio, como si sumar mil a cualquier número no se pudiera hacer de cabeza —. Y unas trescientas al epílogo… —Esa tampoco la hace de cabeza, para qué —. Así que me quedarían para poder completar el resto… cuatrocientas cuarenta y nueve.

Terminada la resta y comprobando visualmente lo que ya intuía ella antes de ponerse a hacer cuentas, por fin se rinde ante la evidencia: el relato va a ser más largo que un día sin pan. Suelta el bolígrafo, deja caer la cabeza sobre la mesa y aguanta estoicamente el dolor al golpearse la frente.

—Ains, ¿cómo es posible? ¿cómo? —dice aún con la cabeza sobre la mesa —. Pero sin son ocho mil palabras de límite, ¡ocho mil! Se dice pronto.

Ea, ea, ya pasó.

—Hola, voz de mi interior.

—Hola, hola. Veo que necesitas ayuda.

—¿Ves?

A través de tus ojos, ya sabes.

Los tengo cerrados.

La voz de su interior si tuviera ojos propios los abría puesto en blanco y si tuviera manos le habría dado una colleja. Si fuera tangible y esas cosas, ya me entiendes.

Piensa un poco, anda, por algún sitio se podrá cortar, ¿no?

Ni siquiera lo he terminado, falta como un cuarto de la historia siendo optimistas y sin contar el desenlace.

Eso solo significa que necesitas otra historia que sí encaje en ese número de palabras.

—Qué lista eres, voz de mi interior —dice con ironía —, ni que no hubiera pensado eso cuando me puse a escribir esto —añade señalando con el dedo la pantalla del ordenador sin levantar la cabeza de la mesa.

—¿Sabes? En vez de estar ahí, así, haciendo un poco el ridículo, deberías estar orgullosa.

Levanta la cabeza y mira con cara de me estás tomando el pelo a… sé que debería decir a su voz interior, pero es que es interior, ¿cómo se puede mirar medio mosca a tu interior?

—¿Recuerdas cuando participabas en aquel taller?

—¿El de literautas?

—Sí, el límite eran setecientas cincuenta palabras. La mayoría de las veces ni te acercabas y lo que sudabas… —Se ríe entre dientes, imaginariamente —. Fíjate en lo que has progresado, ahora no eres capaz de bajar de… —Mira la cuenta escrita en papel reciclado con ojos imaginarios —. Ocho mil.

Eres la caña levantando el ánimo, ¿te lo había dicho ya?

Ay, pequeña, sigues sin entender nada.

—¿Pequeña?

En tu cabeza ya hay más de setecientas cincuenta palabras. Muchas más.

Gracias —dice con un sonrisa amplia y sincera —, voz de mi interior.

De nada, a mandar. ¿Qué tal si terminas este relato y luego intentas escribir otro que sí encaje con lo que piden?

Vuelve a dejar caer su cabeza, derrotada, y vuelve a hacerse daño en la frente.

Vamos, tú puedes. ¿Cuándo termina el plazo? —Señala la fecha marcada en rojo del calendario sin levantar la cabeza —. Ah, vaya. Bueno, te dejo, que tienes mucho que hacer. Lo dicho, ánimo. Venga, hasta luego.

Fotografía: Ester Valverde.

2 Comentarios Agrega el tuyo

  1. J. A. dice:

    ¡No! ¡No lo hagas! ¡Ni se te ocurra! :O No mutiles la historia por la tiranía del número de palabras, déjala crecer tánto como necesite. ¿Que no encaja en esta convocatoria? Pues no pasa nada, otras ocasiones habrá. Pero déjala ser ella misma.
    Que después puede que recortes en la fase de revisión, pero nunca, NUNCA, cortes el tallo antes de que crezca, no sabes la maravillosa flor que puede brotar en el extremo.

    Ánimo y a por todas las palabras del mundo.

    P.D.: Por cierto, muy fan de la foto inferior del artículo. 🙂
    P.D.2: ¡club de fans para la voz interior, ya!

    1. Tranquilo, no voy a hacerlo, me resulta imposible, con lo que me ha costado averiguar cómo debía contarla. Ya he asumido que esta convocatoria no es la suya. Eso sí, pienso terminarla, dejarla ser ella misma, como bien dices.
      Quizás pruebe antes con otro de los muchos relatos que tengo en la recámara, quién sabe si allí se encuentre el adecuado, porque me apetece mucho participar. Toca jornadas intensivas de escritura, ¡yuju!, jajaja.

      Gracias por los ánimos. Mi voz interior también te las da. Intenta disimularlo pero yo sé que eso del club de fans le encanta, no sabes la que has armado, pollito. 😛

      Un abrazo.

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