
«¿Qué es un fantasma? Un evento terrible condenado a repetirse. Algo muerto que parece por momentos vivo aún. Un sentimiento suspendido en el tiempo como un insecto atrapado en ámbar». El espinazo del diablo (2001). Dir.: Guillermo del Toro.
Existen tres temas universales en esto de contar historias: la vida, el amor y la muerte. El último de ellos nos inquieta y preocupa de manera especial. No sabemos qué pasa después de que nuestra vida llegue a su fin. No sabemos a dónde van nuestros seres queridos cuando nos dejan para siempre. En parte siguen con nosotros mientras les recordemos. Aunque, tal vez, algunos de ellos permanezcan en el mundo de los vivos, anclados a él sin poder cruzar el umbral al más allá.
Nos gustan las historias de fantasmas (sí, a ti también), pero como decían al principio de La maldición de Bly Manor no queremos dormir en una. Probablemente, cuando se empezaron a contar cuentos alrededor del fuego, cuentos de terror, la mayoría fueran de fantasmas. La muerte no significaba lo mismo para nuestros antepasados y en cada cultura tiene elementos dispares, sin embargo, casi todas tienen espíritus. Y si algo hemos aprendido del terror es a distinguir qué lugares suelen habitar.

Las casas, los hoteles o los hospitales (si son psiquiátricos mejor) antiguos o abandonados, incluso los barcos, son los lugares más habituales de estas apariciones. Habitats con un pasado oscuro o traumático. Edificios asentados sobre el mal, construidos con ladrillos crueles, llenos de energía negativa, donde jamás de los jamases se nos ocurriría entrar, sobre todo si es de noche. Bueno, ni de día tampoco. Ni recorriéndolos tranquilamente en triciclo.
Cuando vi por primera vez El resplandor, lo hice yo sola en casa de mis padres. Ya tenía veintitantos, estaba en la escuela de cine y tenía que remediar tremendo delito cinematográfico. Así que, ni corta ni perezosa, alquilé la película, me compré patatitas y… Ni siquiera era de noche cuando comencé a verla, pero fue atardeciendo y el pasillo de mi casa oscureciéndose y me entraron ganas de ir a hacer pis. Recuerdo que fui hasta el baño encendiendo todas las luces. Y regresé al salón apagándolas una a una a toda prisa. ¿Quién me mandaría a mí?
Creo que es la peli con fantasmas que más miedo me ha dado en mi vida. Muchas después de ella intentaron repetir la fórmula, o se inspiraron en ella, pero no llegaron al nivel de desasosiego, de ambiente cargado, de in crescendo de terror de esta cinta. No lo consiguieron ni con mejores FX ni medios más avanzados, porque donde habita el miedo no es en el aspecto del fantasma, ni siquiera en la muerte horrenda que te pueda causar. Es algo mucho más profundo que todo eso. Es lo desconocido, lo que no podemos controlar, la sombra sin forma que ves por el rabillo del ojo, lo que te observa mientras duermes, el susurro que te llama, la puerta que se cierra a tu espalda.
Alejandro Amenábar conocía muy bien qué nos asusta y por eso una película con un factura tan clásica como Los otros nos caló y nos estremeció tanto. La soledad, el vacío, lo ajeno, sentirnos indefensos. No es casualidad que los niños sufran una enfermedad que obliga a tener la casa en penumbra, ni que cuando Grace se aleja de ella una niebla densa comience a rodearla. Tres personas que viven en una casa, apartada y aislada, demasiado grande para ellos y, además, los nuevos sirvientes son unos extraños que no quieren seguir las normas. Qué hay más terrorífico que el mundo a tu alrededor cambie sin que puedas remediarlo, que te sientas impotente, que tu rutina, tu vida, todo en lo que tú creías se desvanezca. Que desaparezca. Que deje de existir.
Los seres humanos tenemos tendencia a aferrarnos a lo que creemos que es nuestro, a no querer escuchar lo que no nos gusta oír y a dejar que las emociones nos dominen. ¿Por qué iban a ser los fantasmas diferentes?
Una gran parte de las historias sobre espíritus, espectros y demás seres incorpóreos se podría resumir así: «Si los cabreas, pasan cosas». Y no hay nada que les moleste más que les ignores. Son como mis hijos cuando les digo que no. Las rabietas infantiles son universales y uno de los momentos más tensos y desesperantes que puede vivir un padre o una madre. Así que, imagínate cómo puede ser la del fantasma de un niño víctima de un cruel asesinato.
Al final de la escalera es un clásico entre los clásicos que no solo ha envejecido muy bien, sino que sigue siendo una referencia. Una película que no dudé en elegir para exponer en mi clase de montaje cómo se podía asustar sin apenas mostrar, tan solo con la reacción de uno de los personajes ante algo que ve y que está fuera de cámara.
El cine de terror de los setenta y principios de los ochenta nos dejó muchas obras maestras y una forma muy particular de narrar. Planos secuencia recorriendo estancias vacías, pausa y silencio, donde la música no anticipa lo que está por venir, sino que comienza justo después, cuando tú ya has empezado a sentir miedo. Esta película, además, nos contó que, a veces, los fantasmas no se irán mientras tengan cuentas pendientes. Que no descansaran hasta que las resuelvan y cuanto más tiempo pase peor. ¿Cómo saber qué es lo que quieren? Fácil, llama a… a una buena médium.
Ay, Medium, lo que me gustaba a mi esta serie. La tengo completa en DVD. Y, sí, bueno, no es una serie estrictamente de terror, es un procedimental paranormal, pero me da igual porque este es mi blog y escribo lo que quiero. Esto es como esos anuncios del scattergoris, tenéis que aceptar pulpo como animal de compañía o se acabó el juego. En fin, ¿por dónde iba? Ah, sí, espíritus con cuentas pendientes.
«¿Ves muertos en tumbas y ataúdes?
Andando como personas normales. No se ven unos a otros. Solo ven lo que quieren ver. No saben que están muertos». El sexto sentido (1999) Dir.: M. Night Shyamalan.
Existe una creencia extendida de que el terror no vende porque no nos gusta. Es cierto que hay muchas personas que no quieren ir al cine a pasar miedo, yo conozco a más de una y a más de dos. Sin embargo, esta película no solo fue un boom mundial en la taquilla que incluso recibió varias nominaciones a los Oscar, sino que se convirtió en un lastre para su director porque se esperaba el mismo impacto que causó esta cinta en todos sus trabajos posteriores. No es un caso aislado de éxito del género de terror, en la historia del cine, la televisión y la literatura hay muchos ejemplos, pero hoy hablamos de fantasmas. Y donde hay espíritus que no pueden descansar, hay personas con una especial sensibilidad para contactar con ellos. Lo que es terrorífico en más de un sentido, imagínatelo, solo los ves tú, no sabes qué quieren y, encima, los demás te toman por un bicho raro o mucho peor, por un loco. Y vuelve a entrar en juego la soledad y el aislamiento. No encajar y ser un extraño para todos los demás. Ser especial, de esta forma, no es nada por lo que alegrarse. El sexto sentido siempre será recordada por el giro final de su historia y por el cuñado que en las cenas decía: “Yo ya lo sabía”, pero tiene muchas más cosas. Como la amistad entre un niño que arrastra una pesada carga y un psiquiatra que necesita redimirse. Ambos recorren un mismo camino, el de la aceptación y encontrar su lugar en el mundo, de los vivos o de los muertos.
Me da la sensación de que sigues sin creerte eso de que nos gustan las historias de fantasmas y que, encima, venden mogollón. Pero si hasta nos da igual la procedencia del susodicho espíritu. En esto de la inmigración de los entes inmateriales no tenemos prejuicios. Y eso que acojonan más que los patrios o los yanquis.
Hala, cómo se te ocurre ver el vídeo, ahora te morirás en siete días.
Los fantasmas venidos de Japón provocaron una revolución a finales de los noventa y principios del dos mil. Y los americanos no tardaron nada en hacer un remake de todas y cada una de esas películas con espectros pálidos, desaliñados y que se habían pasado con la sombra de ojos. Eran terroríficos, sobre todo porque no se parecían a nada que conociéramos, no sabíamos de lo que eran capaces, cómo actuaban y para colmo no se andaban con chiquitas del tipo empiezo por tirarte un libro y moverte los muebles para que te vayas haciendo a la idea, no, aquí hemos venido a que te mueras de miedo literalmente, ni tiempo a hacerte caquita encima te vamos a dar.
Mi primer contacto con este tipo de fantasmas fue gracias a mi amiga Sara, una fanática de este género de tomo y lomo. Tenía (y aún tiene) un retrato de Freddy Krueger en su habitación, de la boyband de turno no, del señor con la cara quemada y los cuchillos sí. Hasta hicimos un maratón de cine de terror en su casa por Halloween cuando en España la mayoría ni sabían qué era eso. También recuerdo haber visto la versión americana de The ring en el cine con varias amigas del equipo de fútbol. Una de ellas se pasó toda la película con los pies sobre la butaca por si acaso un fantasma venía y se los agarraba a traición. Y al salir del cine todas bromeamos con aquello de que nos íbamos a morir siete días después de verla entre risitas nerviosas (sí, sí, qué gracioso todo, acojonadas perdidas estábamos). La verdad es que ver cine de terror en compañía y pasar miedo con tus amigas o hermanos es bastante divertido. Aunque después no seas capaz de dormir sola o necesites muchos peluches a tu alrededor.
Sí, me gustan las historias de fantasmas. Puede que yo sea un poco clásica porque prefiero esas que aunque estén rodeadas de oscuridad tienen un punto luminoso al final, incluso si este es un poco agridulce. En las que los amantes se despiden. Los muertos encuentran justicia. Toda la familia huye de la casa. Las historias que son como cuentos y en el fondo hablan más de la vida que de la muerte. Del miedo, el desasosiego y la angustia que nos causa saber que todas las personas que conocemos y amamos un día dejarán de existir.
Aparición, espectro, espíritu. Alma que vaga atormentada. El último reflejo de alguien que una vez estuvo vivo. Ser inmaterial que ya no debería estar aquí. ¿Y por qué? ¿Por qué existen los fantasmas? Porque los seres humanos necesitamos desesperadamente encontrarle un sentido a lo que no podemos controlar. Porque nos resulta muy doloroso dejar marchar a nuestros seres queridos. Porque no queremos desaparecer sin más.
«No es donde murieron, ni siquiera donde vivieron, es mucho más sencillo. Simplemente se quedan junto aquello que amaron. Eso es lo que les retiene aquí. Y nada más». Frágiles (2005). Dir.: Jaume Balagueró.
P.D.: Y ahora voy a seguir con la lectura de La guarida de Shirley Jackson, novela que ha sido varias veces adaptada y que homenajea la magnifica serie La maldición de Hill House. No os lo he contado, pero me he apuntado a un club de lectura de literatura de terror. 😛
Muy buena; más cosas que tenemos en común, la atracción por estas pelis y temas. Hill house es un libro increíble y fascinante que me dejó huella
También entre mis favoritas la peli los inocentes , de Jack Clayton, adaptando a Henry James
Ya te diré mi impresión final del libro, de me momento me está encantando y me resulta muy curiosa la forma de hablar de los personajes. Supongo que es por la época en la que fue escrito. Anoto la película en mi lista.
Gracias por leer y comentar. ☺️
El uso del lenguaje es flipante, es como si influyera en el lector, como la casa misma y su arquitectura perturbadora…
Ya me dirás!
Besos
Por primera vez he leído sobre películas de terror, reconozco que no soy aficionada, he visto tres de las que mencionas: El Espinazo del Diablo, Los Otros y El Sexto Sentido. Las tres me dejaron muy conmocionada por la forma cómo se acercan a la muerte y a lo desconocido, la muerte como un estado de sufrimiento. Te confieso que no me sentí cómoda, vengo de una cultura donde la muerte se festeja y se desafía al mismo tiempo. Tu texto me inspira a conocer mejor el género. Saludos
Entiendo lo que dices, son tres películas con una visión de la muerte (y los fantasmas) muy Europea. Yo no me considero una experta en el género de terror, por eso solo hablo desde mi experiencia y lo que conozco. Me alegra mucho que mis palabras te hayan despertado interés y ganas de saber más.
Te confieso que ahora yo también tengo curiosidad por tu cultura y su forma de ver la muerte. ¿De dónde eres?
Muchas gracias por leer y comentar.
Un abrazo.
Soy mexicana. Ahora me entenderás mejor. 😉
Pues sí y, la verdad, prefiero vuestro Día de los muertos (espero que lo llaméis así y no meter la pata) al nuestro de difuntos. Desde mi ignorancia me parece maravilloso.
😘
Está clarísimo que los fantasmas te apasionan, ha quedado cristalino. Por si quieres ampliar un poco el ya bastante manido genero fantasmal europeo, te recomiendo que eches un ojo a un autor llamado (atención al nombre) Lafcadio Hearn y a sus cuentos japoneses como Kwaidan… te aseguro que valdrá la pena. ¡¡¡Un saludo desde Mañolandia!!!
¡Hola!
Cuánto tiempo y cómo me alegra verte de vuelta. Muchas gracias por la recomendación, no conocía a ese autor, me lo apunto. Te contaré mis impresiones cuando lea sus cuentos.
¡Un saludo desde tierras pucelanas!
Al final de la escalera y Bly Manor las tengo muy pendientes pero, como te he dicho en la entrada anterior, tengo que dejarlas para el verano o cuando sepa que voy a pasar unas cuantas semanas durmiendo acompañada. Hill House me encantó y El sexto sentido también me impactó mucho en su momento, creo que ambas tienen el acierto de combinar el terror con muchísimo drama, lo cual es explosivo. Medium me parecía muy buena serie y, aunque no fuera de terror en el sentido más estricto, tenía capítulos bastante inquietantes. ¿Te puedes creer que El resplandor no la he visto y que The Ring no la pude terminar por problemas técnicos?
Pues «Al final de la escalera» y «Bly Manor» si viste «Hill House» te van a resultar muy, muy suaves. No creo que pases mucho miedo, siendo sincera. Estoy de acuerdo contigo en lo de combinar terror con drama, hace que te cale más porque te resulta más cercano y no hay nada que de más miedo que aquello que sientes que te puede pasar.
«Medium» es de mis series favoritas y sí, tiene capítulos que ponen los pelos de punta. Yo confieso que después de ser madre algunos no los he podido volver a ver.
Me lo creo, Kate, yo «El resplandor» la alquilé porque mis compañeros de la escuela de cine se llevaron las manos a la cabeza cuando les dije que no la había visto, jajaja. Estas sí que deberías verlas acompañadas y con mucha luz. 😉
Un abrazo y gracias mil por comentar.