De historias que buscan su sitio

Fotografía: Ester Valverde.

En la presentación de la antología Kalpa V del pasado sábado 23 de junio, nuestro insigne compañero (y enciclopedia del género con gafas) José Luis, preguntó si a los escritores nos merecía la pena meternos en el berenjenal de participar en convocatorias como la del Kalpa. Algunos respondieron que sí, que les suponía un reto tener que contar una historia con una serie de reglas, como el número máximo de palabras, con un tema o un género en concreto y además con un plazo de entrega. Digamos que los requisitos te sirven de disparador de ideas y la fecha límite como motivador para acabar lo que empiezas. Yo, la verdad, es que solo me presento a convocatorias que me motiven o interesen a primera vista, así que puede que huya un poco mucho de eso de los retos. Quizás debería probar y presentarme, por ejemplo, a una antología de terror, quizás.

Fotografía: Ester Valverde.

Pero de eso no he venido hoy a hablar. Porque lo que pasa cuando te presentas a convocatorias literarias de forma habitual, con temas y géneros en particular y hasta elementos específicos que debes incluir, es que con toda probabilidad no escojan tu relato por diversos motivos, entre ellos que es mucho más difícil de lo que parece (bueno, salvo para alguien que yo me sé y a la que me voy a arrimar mucho cuando la vuelva a ver). Así que acabas acumulando un montón de archivos Word en una carpeta específica y no sabes qué hacer con ellos. Puedes intentar enviarlos a una nueva convocatoria, pero si los escribiste para una muy concreta, esperar que aparezca otra en la que puedan encajar es pelín complicado.

Publicarlos en tu blog es una opción viable para los que no son demasiado extensos, pero el resto… Pues el resto, los de tropecientas palabras, al final, permanecen y permanecen en la carpeta X. De vez en cuando vuelves a ellos y los relees. Con algunos piensas que, normal, cómo iban a seleccionarlos, pobrecillos, si son de hace años, cuando escribías así como regular (siendo benevolente). Pero ¿y estos otros? Los que revisitas con la suficiente distancia para leerlos como si no los hubieses escrito tú y piensas, pues oye, ni tan mal, qué digo ni tan mal, está fenomenal (sí, a veces te vienes arriba, ¿qué pasa?). ¿Qué haces con ellos? Además te miran con ojillos de pena y te piden que no los dejes ahí otra vez. Y hasta ponen morritos. Es que dan mucha lástima. Toda historia busca su sitio, necesita un lugar en el que habitar.

Tengo cuatro relatos que lo buscaron y no lo encontraron. Más cortos y más largos. De ciencia ficción, fantasía y hasta histórico. Y no quieren vivir más en la carpeta “otros relatos”. Tienen un deseo muy simple: que los lean. Y no les importa el número de lectores, con llegarle de verdad a uno les sobra. Sí, aunque solo sea una persona la que los disfrute. Porque por una se empieza y, a veces, es más que suficiente. El más veterano me ha preguntado que qué tal es eso de autopublicar. Pues no tengo ni idea, le he contestado, pero por probar… Los otros tres, bueno, aceptan sugerencias. 😉

P.D.: Palabrita que la próxima entrada es de “La maldición”. Y ahora que lo he dejado por escrito, no me puedo escaquear. 😛

3 Comentarios Agrega el tuyo

  1. katelynnon dice:

    Jajajaja, enciclopedia del género con gafas xD
    No creas que es tan descabellado lo de que aparezca otra convocatoria adecuada para tus historias. «Hasta que la muerte nos una» lo escribí para la antología Iridiscencia, que consistía en escribir relatos de fantasía, ciencia-ficción y terror con protagonistas LGBT+. Allí no me comí un rosco, pero casi un año después salió otra convocatoria de cuentos y poemas que recordasen a Bécquer y al movimiento gótico y decidí probar suerte. Era una historia de terror con fantasmas ambientada en un monasterio, así que pensé que podía colar. Y coló. Lo que quiero decir es que por mucho que un relato esté escrito para una convocatoria concreta y con características muy específicas, siempre existe la posibilidad de encontrar otra que tenga puntos en común.
    Sea como sea, buena suerte. Yo me apunto a lo de tocarle la cabeza a Y a ver si nos contagia algo.

    PD. ¿Son tus peques?
    PD 2. Lo importante es que «La maldición» continúe, no importa cuándo ni si cae algo distinto antes.

    1. Sé que tienes razón, pero con algunos de estos «huerfanitos» ya he probado en más de una convocatoria o revista. Que alguien me dirá que es porque no es bueno, que lo asuma, pero no me da la gana, jajaja. A alguno llevo mucho tiempo si encontrarle otro sitio donde encaje. Que si el número de palabras, que si el género, que si el tema… Además de probar en lugares por si colaba y no. De momento mi «Radiocasete» ya ha encontrado acomodo en el blog de la Asociación. Me quedan 3.
      Tengo la antología «Iridiscencia», me gustó bastante la selección de relatos. ¿Dónde puedo leer el tuyo?
      Gracias por comentar, Kate.

      P.D.: Sí, son mis peques. 🙂
      P.D.: Tienes razón, otra vez, pero si no me pongo un plazo ese cuando se alarga y se alarga y… Ya me entiendes. 😉

      1. katelynnon dice:

        Eso es que no has encontrado aún la antología adecuada, jajajaja. Lo del número de palabras, dentro de lo que cabe, es fácil de solucionar si no es una diferencia muy grande. El resto de cosas ya es más una cuestión de suerte.
        «Hasta que la muerte nos una» forma parte de una antología llamada Desde mi tumba. Estaba en Lektu, pero creo que lo retiraron para hacer unas correcciones. De momento, solo lo he encontrado en Amazon en papel.

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